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viernes, 13 de abril de 2012

Azul 3: Mi pueblo

Es como llegar al pueblo. A mi pueblo. En realidad, tengo dos pueblos. La mayoría de las veces podría estar hablando indistintamente de ambos. Que si en mi pueblo se pasan todo el día comiendo y bebiendo. Que si el alcalde del pueblo ha hecho las aceras más anchas. Que si en mi pueblo tengo buenos amigos. Que si en mi pueblo viene mucha gente de fuera. Que si vinieras a mi pueblo te encantaría. Que si mi pueblo es pequeño pero grande en sentido metafórico… (bueno, esta sólo correspondo a uno de ellos).

Por eso la gente se confunde cuando digo “mi pueblo”. ¿Cuál será? Voy a intentar entender el contexto. No, me pierdo, mierda, tendré que preguntar. Y yo contesto siempre igual: Normal, si es que no especifico bien. Nunca lo he hecho. Siempre lo he sabido. Nunca he cambiado la expresión. Mi pueblo es mi pueblo, digo, mis dos pueblos.

A lo que iba. Que es como estar en mi pueblo. Sí, siempre que entro en este bar, respiro aire de mi pueblo. Punto.

Entras y conoces a todo el mundo (al menos al noventa por cien de la gente que está tomando una cerveza). Toda la mara está ahí. Sí, como el bar de mi pueblo. Sólo que a diez mil kilómetros de diferencia. Otra gente, eso sí. Otra cerveza, esto también. Pero el mismo aire.

Hoy necesito de ese aire. Hoy necesito de este bar. O quizás del otro.

Voy. Allá nos vemos. Allí también.